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 Radiestesia.-

        Disciplina denominada así por el abate Bouly a principios del pasado siglo XX. También conocida como rabdomancia, práctica que por venir de antiguo, proviene del latín en su acepción radium: radiación, y del griego aesthesia: capacidad de percepción a través de los sentidos.

         Y consiste precisamente en eso: percibir, captar y obtener información de las radiaciones emitidas por otros cuerpos y por las diversas formas de energía, usando para ello los sentidos debidamente cultivados, entrenados y refinados, con la colaboración y ayuda de instrumentos como el péndulo, las horquillas y las varillas giratorias.

 

         Al practicante de dicha técnica, se le denomina radiestesista, que no es otra cosa que una persona  capaz de hacer racional lo que no es racional aún, pero que ha sido detectado o intuido por el desarrollo de un sexto sentido que viene a ser el desarrollo del hemisferio cerebral del lado derecho, como la ciencia ha comenzado a explicar en los últimos años, superando de esa forma la hipótesis de los cinco sentidos desarrollada por Aristóteles. Ahora sabemos que existen en nuestro cuerpo muchísimos receptores o “antenas” interiores y exteriores que nos proporcionan información, al grado que se podría concluir que “sentimos y pensamos con todo el cuerpo”. A la par que las aportaciones del genial Albert Einstein, han arrojado luz sobre la otra parte de la cuestión, y es la base científica de que la energía es de naturaleza activa y vibratoria y que la materia –que es una forma particular de energía- también emite radiaciones, pudiendo nuestro organismo convertirse en receptor y captador de dichas emisiones.

         Lo que captamos, entre otras vibraciones, son los diferentes colores de la energía luminosa, así como los distintos tonos de la energía sonora, cada uno de los cuales vibra a una frecuencia e intensidad determinadas.

         ¿Esta captación e interpretación, es un don, o se aprende?, ¿somos todos radiestesistas, o dónde están las claves, cómo funcionan las cosas?

         La mayor parte de las personas que vivimos en el ámbito y bajo el influjo de la cultura occidental, hemos sido estimuladas e instadas a desarrollar predominantemente las funciones racionales que lleva a cabo el hemisferio izquierdo del cerebro, con menoscabo o dejación por tanto de las funciones sensoriales que corresponden al lado derecho, a consecuencia de lo cual, terminamos por ser más racionalistas a la vez que menos perceptivos e intuitivos. De hecho, en la mentalidad “moderna”, se considera que la intuición, la imaginación, la subjetividad, la percepción y el sexto sentido, no son formas válidas para obtener conocimientos y menos aún para adoptar decisiones, por lo que se reprimen desde la infancia. Consecuentemente no desarrollamos suficientemente las funciones que podríamos realizar con el uso del hemisferio cerebral del lado derecho, entre las que se encuentran aquellas habilidades de las que se vale o en que se puede encuadrar la radiestesia.

         Así que en principio, todos tenemos más de cinco sentidos y la capacidad potencial para tener sensaciones extrasensoriales, pero una gran parte de la población, nunca llega a desarrollarlos significativamente.

Esto explica el porqué unas personas tienen más facilidad y capacidad que otras para usar el péndulo o cualquiera de los instrumentos o herramientas utilizados en la radiestesia.

         Pero en cualquier caso, la Radiestesia tiene que aprenderse, cultivarse y entrenarse con perseverancia para el mejor y más depurado dominio, para lo que es de suma importancia una práctica formal continuada y metódica que nos capacite y sensibilice en la captación de las radiaciones emitidas por nosotros mismos y por los cuerpos y formas emisoras de energía que nos rodean.

         ¿Qué registros históricos tenemos sobre estas prácticas?

         El primer hecho significativo para la formalización de la radiestesia que registra la historia, sucedió en la Universidad de Saltzburgo. Durante los últimos años del siglo XVII, como resultado de la experimentación con numerosos pacientes, el Rector de esa institución educativa, formalizó oficialmente el uso del péndulo como instrumento de diagnóstico médico. Uso concreto el del campo de la medicina, en el que incidiremos más adelante.

         Dicho reconocimiento oficial al uso del péndulo, hicieron que éste predominase temporalmente sobre las varillas y se incrementase el uso del primero en detrimento de las segundas.

       Jose Buitrago Gutierrez.- Mula Murcia

  La Radiestesia también fue reconocida y apreciada en Europa por los ejércitos beligerantes de la Primera Guerra Mundial, en la muy útil y humanitaria labor de localización para su posterior desactivación, de minas explosivas.

De hecho, con posterioridad a dicha guerra, se ha detectado y observado una tendencia al crecimiento acelerado del número de radiestesistas, por lo que algunos investigadores de este fenómeno consideran que en un futuro relativamente cercano, un tanto por cierto muy elevado de la población, llegarán a utilizar, o requerirán los servicios de la radiestesia. Cálculos aproximativos que también establecen que el 50% de las aplicaciones serán de naturaleza científica y tecnológica.

         El número de empresas mineras y petroleras que en todo el mundo contratan profesionales de la radiestesia para la detección de yacimientos, también va en aumento.

         Otras aplicaciones técnicas en el campo de la ingeniería, son la localización de los lugares de falla o avería en las máquinas y en los circuitos eléctricos y electrónicos, así como en las instalaciones hidráulicas y sanitarias o en las estructuras.

         Los departamentos de policía de varias ciudades del mundo, contratan los servicios profesionales de radiestesistas para la búsqueda y localización de personas secuestradas o desaparecidas, así como de objetos robados o la presencia de delincuentes.

         Son numerosos los médicos que emplean el péndulo para diagnosticar enfermedades, determinar las terapias y medicación más adecuada, tiempo de duración de los tratamientos, así como la frecuencia y dosificación con las que debe administrarse un medicamento.

         Uso médico que tiene una variante para aquellos casos en que el enfermo y el radiestesista no puedan estar físicamente el uno junto al otro, situación en que puede cumplir su función, o entra en escena la Radiónica o técnica que maneja la acción y en su caso la curación, a distancia. En algunos países, como el caso de India, se le denomina Telecuración.

Esta técnica se vale de la percepción y estudio de energía que funciona de forma similar a las ondas de radio. Su estudio se originó a principios del siglo XX por parte de Albert Abrams, que llegó a la conclusión de que una persona enferma tiene alteradas las frecuencias de la energía que su organismo emite, de modo que hay que controlar y restablecer la armonía para volver a un estado sano.

         Como se puede ver pues, los usos y aplicaciones de la radiestesia y sus variantes, son muy numerosos y variados. Entre ellos y a modo de breve compendio se cuentan:

Pero de entre todos, el uso más antiguo y frecuente, uno que merece capítulo aparte, sería la:

Agua y varillas.-

         La práctica y técnicas para buscar aguas subterráneas a través de la radiestesia, se remonta en el tiempo al menos 4500 años y es realizada principalmente por los denominados zahoríes o especializados en buscar agua.

         Veamos a continuación entre otras cosas, las técnicas más comúnmente utilizadas, los errores de concepto a la hora de tratar las aguas subterráneas y porque los zahoríes parecen tener éxito.

     Aunque a la famosa película que nos remitía a los orígenes de la humanidad y a aquellas cosas que le eran muy necesarias, se le llamó En busca del fuego, a poco que se piense será fácil concluir que con tanta o más razón se podría haber rodado la de En busca del alimento, y sobre todo y principalmente En busca del agua, aunque los dos últimos títulos son dependientes uno de otro, pues casi cualquier ser vivo, depende básicamente del alimento y del líquido elemento. Y en efecto, como se podría esperar, el agua ha sido histórica y tradicionalmente uno de los bienes más preciosos y preciados, razón por la cual las cunas de las civilizaciones tienen su asiento en las márgenes de los ríos, de donde podían extraer el agua fluyente para consumo, practicar la pesca, acecho y en su caso captura o caza de los animales que venían a beber, así como el aprovechamiento agrícola de los fértiles limos y sedimentos dejados por las crecidas o inundaciones.         

         Buscando Agua.-

         Pero como fácilmente se puede deducir, esta dependencia del agua, puede entrañar un hándicap o severo problema, y es que no en todos los lugares el agua es abundante o está fácilmente disponible, y es entonces cuando se plantea la posibilidad de buscarla haciendo perforaciones en el subsuelo, tarea nada fácil, muy ardua y costosa en tiempo y medios, por lo cual sería deseable poder llevarla a cabo con las máximas garantías posibles de éxito. Y es aquí, donde entran en escena los zahoríes, esas personas especialmente hábiles para detectar la presencia del líquido y vital elemento así como de preconizar de forma bastante precisa, la profundidad del curso o bolsa de agua, y su caudal o volumen.      

         Para ello, y según hemos adelantado, se valen de una serie de herramientas o instrumentos, generalmente muy rudimentarios, quizás porque derivan de los sencillos medios tradicionales. Entre los más usados están la vara –consistente en una vara, generalmente de madera de forma simple-, las dos varas en forma de L, ó Y, y el péndulo.  

         Estas herramientas se utilizan basándose en el principio de que la presencia de agua genera algún tipo de energía (hay teorías para todos los gustos) que provoca un movimiento de mayor o menor intensidad –incluido el espasmódico- en las varillas, u oscilaciones en el caso de utilización del péndulo.

         El zahorí o practicante de la radiestesia toma por un extremo la(s) varilla(s) vegetales y de ser así, preferentemente de avellano común o sauce, o bien sostiene el péndulo, y camina hasta que se produzca el movimiento de la herramienta indicando la presencia buscada.

         Y si todas estas labores maravillosas y beneficiosas son posibles, se debe, a que sin duda alguna: “Sentimos y pensamos con todo el cuerpo”.